domingo, 24 de octubre de 2010

Máscaras de Halloween para imprimir

mascaras halloween

Se acerca la fecha señalada en los calendarios escolares como la más escalofriante, el día para el que se suelen preparar alguna fiestecilla. De modo que os traemos unas ideas de máscaras de Halloween para imprimir, más o menos terroríficas.

Estas máscaras de Canon Creative Park son ideales para niños porque sólo cubren la parte superior del rostro: son la calabaza, la bruja y Frankenstein. También tenemos un terrorífico vampiro y un fantasma, aunque de cara entera.

Un pirata puede dar mucho miedo, sobre todo después de haber visto los “zombies” de “Piratas del Caribe”, de modo que os dejamos estas máscaras de piratas barbudos y toda la tripulación. ¡No olvidéis el loro (o la calavera) en el hombro!

Pero lo mejor es que desde Scfi Monsters podemos elaborar nuestra máscara de monstruos personalizada y a la carta, escogiendo sus características. Escogemos la forma de la cabeza, combinamos ojos, cicatrices, bocas… y una vez completado el monstruo, lo imprimimos.

Y, ¿qué os parecería dar un toque tétrico a algún personaje infantil? La cara del famoso ratón Mickey también está lista para imprimir, aunque tendremos que darle algún toque terrorífico, como alguna cicatriz o unos colmillos sangrientos…

También tenemos a Pocoyó y sus amigos en máscaras listas para imprimir y “tunear” al estilo más escalofriante. ¡Y es que lo zombie está de moda!

Para los más miedosos, nos quedamos con unas neutras máscaras de animales de Learn English Kids: un león, un hipopótamo, un ratón y hasta un tucán nos esperan. O esta familia de tiernos ositos.

Ahora sólo nos queda completar el disfraz, ¡y a dar sustos con estas terroríficas máscaras de Halloween! Feliz días de miedo… y que disfrutéis imprimiendo y coloreando estas máscaras con vuestros hijos.

En Bebés y más | Más máscaras para imprimir, Chupete de vampiro, Complementos para Halloween, Dulces monstruosos para Halloween

Decoración para calabazas de Halloween

Plantillas calabazas

Las calabazas inundan estos días muchos hogares en el mundo para celebrar la festividad de Halloween o Todos los Santos. Existen multitud de maneras de decorar las calabazas de Halloween.

Simplemente tendemos que trasladar al fruto un dibujo de nuestra imaginación o de una plantilla y recortarlo cuidadosamente. Aquí os ofrecemos algunas plantillas de dibujos y siluetas que podemos aplicar a la calabaza o simplemente imprimir y colorear para pasar un rato divertido y adornar las paredes.

Family Fun nos deja doce interesantes plantillas de dibujos para elaborar con niños, bastante sencillos pero muy representativos de un miedo algo ingenuo e infantil.

CartoonJr nos deja las siluetas de Hello Kitty ataviada de bruja o vampira, y también algunos personajes de Disney, si bien no todos son “terroríficos”, pues se unen las princesas más rosas y dulces con algunos villanos más apropiados, como Maléfica o el Capitán Hook.

Pero fijaos en los resultados y en nuevas ideas, son muy interesantes, las calabazas quedan preciosas con los personajes de Disney, que suelen ser los favoritos de los niños.

Me han gustado también los dibujos encontrados en The pumpkin farm, que principalmente forman rostros tenebrosos para aplicar a la calabaza, aunque también hay alguna araña y un fantasma.

En PumpkinGlow encontramos multitud de plantillas para tallar en las calabazas, distribuidas en nueve temas diferentes, aunque tal vez sean demasiado complicadas. Los más interesantes para elaborar con niños son los de “Animales”, “Fantasy” y “Otros”.

Finalmente, os recordamos cómo preparar una calabaza para que esta decoración quede perfecta en vuestras calabazas de Halloween y disfrutéis realizándola con vuestros hijos. Ya tenéis muchas plantillas para escoger.

En Bebés y más | Disfraz de calabaza de Halloween, Calabaza de Halloween virtual, Decoración de Halloween

viernes, 22 de octubre de 2010

El miedo a la oscuridad en los niños

miedo

Uno de los miedos más frecuentes en la infancia es el miedo a la oscuridad. Suele aparecer en los niños aproximadamente a partir de los tres años y durar hasta los ocho o nueve años.

El miedo en los niños, al igual que en los adultos, es un estímulo que nos hace estar alerta ante determinadas situaciones. La oscuridad hace aflorar en los pequeños los pensamientos negativos, los personajes terroríficos de los cuentos, el temor a los monstruos, a los fantasmas, a los ogros, a la soledad…

Son muchos los niños a los que no les gusta dormir en la oscuridad total. El miedo a la oscuridad aparece por la noche, en el momento de irse a la cama, cuando el niño se encuentra solo en su habitación. Es un momento crucial para los ellos.

Ayudarlos a superar el miedo a la oscuridad

Lo primero que debemos hacer es suprimir la oscuridad total. Lo mejor es dejar encendida una luz tenue, la luz del pasillo o la del baño. Hay luces de noche especiales para la habitación de los niños. Algunas se enchufan, otras se colocan en la pared y también las hay portátiles, las cuales pueden ser transportadas por el niño por si quiere ir al baño en mitad de la noche.

Luego, tenemos que crear un ambiente en el que el niño se sienta seguro. Podemos crear un ritual antes de ir a dormir en el que les acompañemos leyéndoles un cuento, poniendo la habitación lo más confortable posible y disminuyendo los estímulos externos.

No es aconsejable que los niños vean la tele antes de irse a dormir ni que jueguen demasiado alterados. Las horas previas antes de dormir deberían ser lo más relajadas posible. De otra forma, el ambiente hace más propenso que surgan los miedos y las ansiedades. Cualquier imagen que hayan podido ver en la tele podría alterarlos.

Una buena alternativa para superar el miedo a la oscuridad es recurrir a los libros infantiles que hablen sobre el tema, sobre la oscuridad y el momento de irse a la cama, y también hacer juegos en la oscuridad como jugar con linternas, a las sombras o a encontrar cosas.

A los miedos hay que intentar superarlos para que no se tranformen en fobias. Para ello hay que normalizarlos y hacerles frente. Lo más habitual es que el niño vaya perdiendo el miedo a la oscuridad gradualmente.

En alrededor del 3 por ciento de los casos los miedos se transforman en fobias. Si crees que tu hijo tiene un miedo a la oscuridad desproporcionado que, aún tomando medidas, persiste, lo mejor será consultar con un especialista.

Foto | Pseudo Víctor en Flickr.
En Bebés y más | Cronología de los miedos infantiles, Cómo actuar ante los miedos infantiles, Cómo ayudarle a superar los miedos nocturnos

domingo, 17 de octubre de 2010

Diez cosas que queréis que aprendan vuestros hijos

niña persiguiendo sus sueños

Me propuso hace poco un amigo una reflexión muy interesante y no me resisto a compartir con vosotros mis ideas al respecto. Se trata de hacer una lista con las 10 cosas que queremos que nuestros hijos hayan aprendido cuando cumplan la mayoría de edad y para las que, sin duda, hay que comenzar a trabajar desde la primera infancia.

La educación que les demos a nuestros hijos los va a preparar para vivir más feliz y sabiamente, siendo responsables con el mundo que les rodea y dando sentido y utilidad a su vida.

Por eso, además de los contenidos escolares habituales, creo que hay cosas que debemos ayudarles a conseguir aprender, contando, por supuesto, con sus gustos y respetándolos, pero poniendo las bases de un desarrollo global de la persona.

Y para esto hay que empezar pronto, tener las ideas claras sobre lo que importa y dedicarle tiempo y esfuerzo a ello. Posiblemente para cada familia las prioridades van a ser diferentes. Estas son las mías.


  1. Ser un librepensador, es decir, ser capaz de analizar las informaciones críticamente y actuar de forma independiente de las opiniones mayoritarias.

  • Ser capaz de expresarse por escrito y verbalmente perfectamente. Sea lo que sea lo que hagamos en la vida, expresarnos con corrección es muy importante, tanto para los aspectos laborales como para los relacionales. Nuestras emociones y pensamientos desearemos comunicarlos a otros, por lo que, conocer y cuidar el lenguaje es un instrumento indispensable.
  • Tener una cultura amplia que le permita entender por si mismo el mundo y lo que le rodea. Muchas de las informaciones y datos que nos van a llegar en la vida precisan, además de la simple apertura de canales, un proceso interno de interpretación. Sin conocimiento somos esclavos de las mentiras y engaños. Por eso creo que conseguir conocimientos de todos los temas, de manera crítica y variada, es básico para poder ser una persona libre.
  • Confiar en si mismo, respetarse, conocerse y amarse. La autoestima y el autoconocimiento, proporcionando instrumentos teóricos y prácticos, a través de la experiencia y el estudio, para enfrentar las dificultades, creo que son básicos para que una persona desarrolle sus capacidades y logre sus sueños.
  • Saber respetar a los demás, aunque no piensen como él, tratándolos con empatía y resolviendo los conflictos de manera pacífica. La violencia, la competitividad mal entendida, el desprecio del otro conducen a la incomunicación y a la opresión. Poder diferenciar conscientemente nuestros deseos e ideas de los derechos legítimos del otro a expresarse y ser libremente es una parte importantísima de una educación para la paz.
  • Nadar. Puede asombrar lo prioritario que lo considero, pero, de no ser que estemos seguros que nunca le hará falta, me parece una medida importante para poder salvar tu propia vida y la de otros por cosas que he vivido cuando era socorrista.
  • Ser un buen “amo de casa”, es decir, cocinar, cuidar de una casa y de los hijos que tenga.
  • Saber ganarse la vida, es decir, tener conocimientos para elegir o ejercer una profesión que le guste y le permita vivir lo más independiente posible. No me importa lo que sea, o alfarero, o agricultor, o diseñador gráfico, o pintor de brocha gorda, o electricista, o fisioterapeuta, médico, actor, arquitecto, ingeniero, escritor, locutor…
  • Cuidar de la salud: saber de nutrición, medicina básica y remedios naturales, además de poder atender un parto si es preciso y hacer los primeros auxilios.
  • Tener habilidades manuales prácticas: cultivar alimentos además de saber arreglar y fabricar cosas con sus manos. No puedo saber como evolucionará el mundo, pero para sobrevivir nunca sobrará hacerte una cabaña, hacer una fogata o conseguir alimentarte de los frutos de tu propio trabajo.

  • Además de estas diez cosas que yo, en mi experiencia e ideas, considero importante enseñarle, hay muchas otras cosas que hacemos: música, pintura, informática, equitación, idiomas… pero son complementarias a estos conceptos y habilidades que considero imprescindibles para proporcionarle las bases para una vida libre, feliz y útil.

    Estoy segura que vosotros tendréis listas diferentes a la que yo hago y me encantaría invitaros a que las compartáis con la comunidad de Bebés y más, pues creo que es muy positivo el aprender de los demás. Aunque vuestros hijos sean pequeños la educación en el hogar comienza desde la primera infancia y hay que tener las cosas claras. ¿Qué diez cosas queréis que aprendan vuestros hijos?

    En Bebés y más | Los niños son el futuro pero también el presente, “En muchas ocasiones se trata a los niños como seres inferiores”. Entrevista a Enrique Blay (V)

    domingo, 3 de octubre de 2010

    ¡Ay, esas cuentas de la vieja!

    No hace falta competir en rapidez y exactitud con la calculadora, pero sí poder estimar un resultado | Calcular es una capacidad innata y no exclusiva de los humanos | La agilidad para el cálculo se entrena, y se asocia a una buena memoria

    Ahora que todos llevamos una calculadora en el móvil no tiene ningún sentido ejercitar el cálculo mental ¿o sí?

    Un gesto habitual cuando se sale a cenar con los amigos es esperar la factura con el móvil en la mano para calcular a cuánto toca cada uno. Como lo es pedir a la cajera que nos diga en cuánto se queda el vestido que tenemos en la mano con el descuento del 15% prometido. O cotejar las vueltas del supermercado con el importe que figura como "a devolver" en el tiquet. El uso generalizado de sistemas electrónicos de cálculo ha hecho que muchas personas hayan abandonado la práctica del cálculo mental. Para algunos, olvidarse de las tradicionales cuentas de la vieja es un alivio, pero no faltan quienes lo consideran un craso error. ¿Qué pasa si dejamos de calcular? ¿Importa?

    Mucho más que destreza matemática

    Ser hábiles en el cálculo mental es importante no sólo para el aprendizaje de las matemáticas. Los expertos sostienen que ejercitar el cálculo también permite desarrollar la memoria, la concentración, la atención, la agilidad mental, la flexibilidad de pensamiento e incluso la autoestima.

    Concentración Cuando se calcula, distraerse equivale a empezar de nuevo

    Organización Para calcular hay que pensar, paso a paso, el procedimiento que se quiere seguir y elegir el que se considere más eficaz, lo que supone aprender a organizarse.

    Rigor Al calcular se aprende a ser riguroso para no saltarse ningún paso del proceso y llevarlo a cabo adecuadamente.

    Lógica Durante las operaciones de cálculo mental hay que recurrir a la lógica para saber cuál es el mejor procedimiento.

    Memoria Mientras se hacen mentalmente las operaciones matemáticas se necesita almacenar datos y recuperar información retenida anteriormente. Se ejercita la memoria a corto y largo plazo.

    Autonomía Calcular mentalmente es un proceso personal en el que cada uno elige qué pasos seguir y utiliza métodos diferentes para llegar al resultado.

    Imaginación y creatividad Estas habilidades entran en juego a la hora de elegir cómo se afrontan las operaciones.

    Seguridad y autoestima Saber resolver problemas cotidianos u operaciones complicadas da tranquilidad, ayuda a decidir y permite autoafirmarse.

    Utilidad Calcular bien tiene ventajas desde el punto de vista práctico porque ayuda a entender y a desenvolverse mejor en un mundo plagado de números, estadísticas, porcentajes, descuentos, proporciones... como el que vivimos.


    "Es imposible dejar de calcular mentalmente, constantemente estamos procesando información numérica, aunque no seamos conscientes de ello. Hacemos sustracciones, adiciones y multiplicaciones sencillas cuando pagamos, cuando calculamos edades o fechas, cuando miramos el cuentakilómetros para decidir la revisión mecánica, cuando estimamos un precio en pesetas...", asegura Diego Alonso, matemático y profesor de psicología de la Universidad de Almería que ha investigado los procesos mentales implicados en los cálculos matemáticos. El problema, explica, es que lo practicamos poco, perdemos pericia y confiamos demasiado en las calculadoras. Y la dependencia de la calculadora nos quita autonomía y nos hace más vulnerables a engaños y errores, porque si no estimamos mentalmente un resultado, aceptaremos por bueno el que nos dé la máquina, aunque sea aberrante porque nos hemos equivocado al introducir los datos.

    "La cuestión no es enfrentar al cálculo mental con el electrónico, sino aprovechar las potencialidades de la calculadora y utilizar el cálculo mental en situaciones sencillas y como instrumento de anticipación y comprobación de los resultados que nos ofrece la máquina, ya sea con cálculo exacto o estimado", comenta Alonso. Alberto Coto, que cuenta con siete títulos de campeón mundial de cálculo, subraya que el cálculo ya no es tan relevante como en siglo XIX o la primera mitad del XX, cuando la agilidad numérica te distinguía de los demás y podía ser determinante para el trabajo, porque hoy hay programas informáticos que mejoran el trabajo de cualquier contable, pero enfatiza que "es importante tener una visión numérica, una intuición, para saber interpretar tanto los resultados que nos dan las máquinas como las decisiones que hemos de tomar y que a menudo están relacionadas con números. "Si juegas a póquer y tienes cierta agilidad numérica, podrás tomar la mejor decisión en cada momento; y lo mismo ocurre en el mundo de la empresa, si puedes calcular y hacer estimaciones, podrás decidir mejor sobre una inversión o un presupuesto, aunque los cálculos exactos los hagas luego con una máquina", apunta. Y opina que quien no ejercita el cálculo, quien no hace estimaciones, es más susceptible de ser engañado.

    Diego Alonso advierte, además, que para determinadas operaciones sencillas –operaciones con múltiplos de diez, algunos porcentajes, estimar la mitad...– es más rápido calcular de cabeza que sacar la calculadora. De todos modos, la clave no es competir en rapidez con la calculadora, ni siquiera obtener el cálculo exacto que ésta nos da. Basta, normalmente, con una buena estimación. Rafael Crespo García, presidente de la conferencia de decanos de matemáticas y miembro de la Real Sociedad Matemática Española, asegura que la clave es impartir en las escuelas un nivel básico de cálculo mental que permita realizar operaciones sencillas y estimaciones, "un nivel suficiente para que una dependienta no tenga que ir a la caja registradora para saber cuánto supone un descuento". Pero, conseguida esa habilidad, Crespo es partidario de tirar de calculadora para las operaciones repetitivas o complejas. En su opinión, las calculadoras son un importante aliado porque ni todos los niños ni todos los adultos tienen la capacidad necesaria para desarrollar un buen cálculo, no tanto porque no se aborde en la escuela o no haya buenos libros, sino por un problema de métodos, de falta de preparación de los profesores en este ámbito.

    De que las destrezas matemáticas y la agilidad de cálculo son cuestión de método está absolutamente convencido Jaime Martínez Montero, inspector de educación y profesor de la Universidad de Cádiz especializado en didáctica del cálculo en educación primaria. "Hay que acabar con las cuentas, con las sumas y las restas tradicionales, que son las que lastran el cálculo mental", asegura Martínez. Él ha inventado y ha puesto en práctica un método de enseñanza basado en algoritmos, en ir descomponiendo cada operación en otras más sencillas, con más o menos pasos en función de las necesidades de quien calcula, y que trabaja siempre con números concretos en lugar de con unidades, decenas y centenas, y sus resultados están siendo muy satisfactorios. "Los niños de segundo de primaria que han seguido este método realizan cálculos que no están al alcance de los de quinto; saben sumar y restar decimales y dividir un euro en céntimos sin haber aprendido la división, porque operan de forma natural", explica. En su opinión, esos chavales están listos para comenzar a utilizar la calculadora en tercero de primaria, porque ya tienen asumida la destreza para calcular. "Hoy, para hacer rápido y bien los cálculos ya tenemos las calculadoras; para lo que resulta clave el cálculo mental es para estimar un presupuesto, para repartir entre varios, para calcular unas proporciones... Las destrezas matemáticas han de cambiar, y los métodos de enseñanza también", subraya.

    Por otra parte, Martínez Montero está convencido de que mejorar la habilidad de cálculo, como supone un entrenamiento para el cerebro, también mejora la agilidad en otras asignaturas y capacidades, como ser más ágil, más flexible... "Con mi metodología, cada niño se convierte en su propio estratega para decidir cómo descompone cada operación, inventa, toma la iniciativa, y los pasos que da dependen también de la personalidad; el resultado es que gana confianza porque sabe que él solo es capaz de decidir y de llegar al resultado", comenta.

    Pero ¿qué dicen los científicos? ¿Qué partes del cerebro trabajan cuando calculamos? ¿Qué habilidades se entrenan? ¿Y se atrofian si dejamos de ejercitarlo? "No creo que el uso generalizado de las calculadoras tenga incidencia en las funciones cerebrales y vaya a provocar que tengamos menos capacidades. Si perdemos en cálculo mental, igual ganamos en visión espacial por el uso del ordenador y de otros aparatos visuales, o en abstracción y en rapidez de procesamiento de las máquinas", reflexiona el neurólogo Guillermo García Rivas, vocal del grupo de estudio de la conducta y demencias de la Sociedad Española de Neurología. Y añade que tampoco se ha estudiado si ejercitar el cálculo mental puede prevenir alguna enfermedad ni se ha constatado que los grandes calculistas tengan menos enfermedades neurológicas.

    Javier Cudeiro, catedrático de Fisiología en la Universidad de A Coruña, coincide en que nadie sabe qué pasaría si dejáramos de ejercitar el cálculo mental "pero por lo que se conoce sobre las partes del cerebro que se ponen a funcionar cuando calculamos, se piensa que no ocurriría nada dramático, porque siempre habrá una actividad funcional residual". Asegura que, como con el resto de capacidades cognitivas, si dejamos de calcular, el rendimiento en este ámbito bajará, pero no desaparecerán los circuitos cerebrales implicados en el cálculo, aunque podrían modificarse. "Si mantienes el cerebro ocupado en tareas cognitivas, rinde más que si no lo ocupas; y hay datos que demuestran que los niños de entre dos y cuatro años con tendencia a centrarse más en el cálculo, a jugar más con números y hacer grupos numéricos, luego de adultos tienen más rendimiento en lo relacionado con capacidades aritméticas", indica Cudeiro.

    Diego Alonso, que ha investigado los procesos mentales implicados en el pensamiento matemático, coincide en que, debido a la plasticidad del cerebro, cuanto más practiquemos el cálculo más aumentarán las neuronas asignadas a esa tarea, mientras que si no se utilizan, esos circuitos estarán disponibles para otras funciones. Alonso asegura que según el cálculo que se realice y su complejidad se ponen en marcha distintos mecanismos cerebrales: "Si se trata de un cálculo difícil, estarán implicados los procesos de razonamiento general, la memoria de trabajo (necesaria para la retención de resultados intermedios mientras computamos otros), la memoria a largo plazo (de donde recuperamos nuestro conocimiento general sobre el algoritmo necesario para llevar a cabo ese cálculo y todo el conocimiento sobre los números y las relaciones numéricas) y las capacidades lingüísticas", explica. Y añade que también son distintos los circuitos cerebrales que se activan cuando hacemos cálculos exactos y cuando calculamos estimaciones. Javier Cudeiro precisa que en el cálculo se activan de forma secuencial distintas zonas de la corteza parietal y de la corteza frontal. En la corteza parietal, alrededor del surco intraparietal, está el área relacionada con el cálculo, que también interviene en procesos visuales. Pero cuando se efectúan procesos aritméticos más complejos se activan otras zonas, como la parte frontal, que es donde está la memoria de trabajo. Además, las personas con altas capacidades para el cálculo parece que activan otras áreas adicionales, en el lóbulo temporal.

    Por otra parte, múltiples investigaciones han evidenciado que calcular es una capacidad innata, y no sólo en los humanos. Experimentos con primates, con leones y con aves han dejado claro que los animales identifican grupos numéricos. Y experimentos con bebés prueban que los recién nacidos distinguen dos objetos de tres, y palabras de dos y tres sílabas; que los bebés de entre seis y siete meses son capaces de reconocer números pequeños de objetos o sonidos y combinarlos en operaciones elementales de suma y resta, y que a los 15 meses seleccionan espontáneamente el mayor de dos conjuntos de juguetes porque saben comparar. Es lo que Stanislas Dehaene denomina "el sentido numérico", una aptitud innata activada para las matemáticas que ya se tiene al nacer.

    A la hora de explicar cómo funcionan los circuitos cerebrales cuando calculamos, muchos investigadores defienden la teoría del triple código, según la cual actúan tres circuitos o códigos diferentes según la operación realizada. Hay un sistema bilateral intraparietal asociado al sistema cuantitativo que ha sido muy importante a lo largo de la evolución porque es el que se activa para distinguir operaciones simples como saber cuántos leones hay o cuántos árboles nos rodean. Pero cuando el cálculo se realiza a partir de una representación de los números en palabras ("cuánto son 27 más 34") se activa además otra área del hemisferio izquierdo asociada con el sistema verbal. Y si el cálculo se efectúa a partir de una representación visual de los números (lees una ecuación, un porcentaje), entonces se activa la corteza parietal, asociada al sistema visual. Los investigadores han observado, mediante estudios de neuroimagen, que es el segmento del surco intraparietal (el asociado al sistema cuantitativo) la zona más activa en los cálculos, y más activa cuando se estima el resultado que cuando se da la solución exacta.

    Thalía Harmony, de la unidad de investigación en neurodesarrollo del Instituto de Neurobiología de la Universidad Nacional Autónoma de México, ha investigado las características de la actividad eléctrica cerebral que se relacionan con los distintos procesos psicológicos involucrados en una tarea mental. De sus investigaciones se desprende que durante el cálculo mental se incrementa la actividad delta del cerebro, que son las ondas que normalmente se atribuyen a la fase del sueño profundo en el adulto, la fase más reparadora del sueño. "En cualquier tarea que requiere concentración interna –y el cálculo mental lo exige–, se observa un incremento de las ondas delta porque son tareas difíciles en las que el sujeto tiene que pensar para resolverlas y se inhiben otras aferencias (estímulos) al cerebro que no tienen relación con esa tarea", explica Harmony. Otras investigaciones aseguran que el proceso mental de sumar y restar utiliza el mismo circuito cerebral que controla el movimiento de los ojos hacia derecha e izquierda. Investigadores franceses comprobaron que podían predecir si una persona sumaba o restaba sólo por su actividad cerebral, en función de si sus ojos iban hacia la derecha o hacia la izquierda. Creen que el cálculo puede reciclar un antiguo sistema neuronal dedicado a visualizar y comprender el espacio físico.

    De cabeza, como una máquina

    Si los investigadores sostienen que la capacidad de calcular es innata, ¿por qué unos calculan mucho mejor que otros? ¿Qué diferencia a los campeones mundiales de cálculo? "Yo no calculo más rápido porque tengamás neuronas, sino porque mis conexiones son más fuertes, están entrenadas", responde Alberto Coto, siete veces campeón del mundo de cálculo. Coto considera que el cálculo es como una gimnasia mental que, si se practica, potencia las conexiones neuronales.

    "También te ayuda a trabajar la concentración, porque para resolver cálculos has de estar concentrado en ello, mientras que si calculas con una máquina no requieres la misma fuerza mental porque, mientras, puedes estar pensando en otra cosa", añade.

    Diego Alonso, en su doble condición de matemático y psicólogo, asegura que hay factores genéticos, de conocimiento matemático según la cultura en la que se está inmerso, y de oportunidad y motivación, que justifican las diferentes capacidades de cálculo. "Quizá no haya diferencias innatas para las matemáticas, pero sí influye la genética en cuanto a capacidad de concentración, de memoria de trabajo, de destreza para retener información", explica. Y añade que también inciden los métodos de enseñanza, el entorno, la motivación hacia el pensamiento numérico...

    Para algunos investigadores, lo que hace diferente a los calculistas del resto de los mortales no es que tengan unas capacidades matemáticas extraordinarias, sino una mayor memoria para almacenar números interesantes y relacionarlos.

    De http://www.lavanguardia.es/gente-y-tv/noticias/