viernes, 26 de abril de 2013

¿Sabes por qué es importante que los niños aprendan a pensar?


Creo que es importante que los niños aprendan a pensar, es decir que ejerzan el tipo de pensamiento que les permite tomar decisiones y desarrollar su espíritu crítico. Los peques piensan también cuando analizan una situación, cuando clasifican, cuando descifran, cuando resumen…
En mi opinión el pensamiento ocuparía un papel importante en esa conocida frase que nos cuenta ‘El saber os hará libres…’ y yo añadiría ‘… y os ayudará a tomar decisiones’. Porque en mi opinión una de las funciones más importantes del pensamiento es la posibilidad de diferenciarse de los demás, escoger opciones y asumir el resultado de nuestras elecciones.

¿Quién enseña a pensar?, dentro de nuestra función educadora, la familia también debería asumir esta parte, y lo debe hacer por dos razones: en primer lugar (y salvo excepciones – no sé si muchas o pocas – ) la escuela no enseña a pensar, y en segundo: ¿no nos interesa que nuestros hijos sepan pensar por sí mismos?.

El pensamiento también ayuda a actuar más racionalmente ante situaciones nuevas, desconcertantes o estresantes, o sea que a priori, aprender a pensar sólo puede traer cosas buenas a nuestros hijos.
Las razones expuestas anteriormente deben ser válidas para cualquiera, y motivar que los padres nos tomemos interés en esto de enseñar a los peques. Pero por si todavía tenemos pocos argumentos, hay quien asegura que se tienen más oportunidades de éxito en la vida cuando se sabe pensar bien. Y esto es porque la capacidad de analizar y profundizar son valoradas en muchos empleos.
Uno de los principales obstáculos que los niños pueden encontrar hoy en día para pensar (y que chocará frontalmente con nuestras buenas intenciones) es la ausencia de condiciones adecuadas (tranquilidad, pocos estímulos inadecuados, etc.). Aunque tampoco no ayuda mucho el exceso de ‘obligaciones’ que atosigan a nuestros niños (actividades extraescolares, deporte, muchas horas en el cole, etc.).
A todos nos suena esta frase ‘¿para qué tienes la cabeza?’, efectivamente todos tenemos cerebro, pero ¿no os parece que a los peques se les debe ofrecer una buena guía a fin de que esa cabecita funcione de forma satisfactoria para ellos y también para los que les rodean?.
Tomar decisiones consecuentes con la situación personal, y actuar inteligentemente son dos beneficios que los niños pueden obtener cuando aprenden a pensar. Esto podría desembocar en una personalidad más positiva

¿Qué es enseñar a pensar?

No os creáis que yo tengo una varita mágica, pero os aseguro que con dedicación y perseverancia los niños pueden aprender de vosotros lecciones muy importantes. Aunque como ya he comentado en muchas ocasiones, nosotros somos modelos para ellos, por lo tanto deberemos ejercer el pensamiento y la toma de decisiones respecto a nuestra propia vida, a fin de darles ejemplo.
En casa podemos animar a nuestros hijos a razonar, y debemos permitirles tomar decisiones (aun cuando prevemos resultados negativos). Conforme crecen son más capaces de escoger y de responsabilizarse de sus actos, no les podemos negar la experiencia de crecer en este sentido.
Una forma de conseguir que se planteen diferentes ideas es preguntarles sobre los sucesos de actualidad, sobre los comportamientos inadecuados (o no) de niños y mayores que conocemos, también les podemos plantear que planteen soluciones a problemas domésticos o globales. Pero ¡ojo!, porque es muy fácil ofrecer las soluciones, tan fácil como inapropiado si queremos que aprendan a pensar.
En la educación familiar debería ser de obligado cumplimiento que los padres pensaran y enseñaran a hacerlo
La lectura estimula el pensamiento porque recrea situaciones que requieren de solución, y plantea diferentes escenarios, que pueden servir como herramientas a los niños en un futuro. Por lo tanto, todos a leer, en Peques y Más tenéis muchísimas recomendaciones para acercar la lectura a vuestros hijos, sólo hay que buscarlas.
También ayuda ofrecer una buena guía para que los errores no les frustren, sino que los motiven a superarse, y los niños no deberían compararse (y esto lo hacen por nuestra culpa) con otros, sino valorar sus propias potencialidades.
A los peques se les debe mostrar el aprecio por el propio pensamiento, aunque difiera de lo que conocen.¿Conocéis la satisfacción de llegar a vuestras propias conclusiones sin que nadie os haya arrastrado?
Se trata en definitiva de pasar más tiempo junto a los niños, priorizando el diálogo y la lectura por encima de los entretenimientos electrónicos. Ellos se sentirán muy satisfechos de ir aprendiendo a pensar, y vosotros, el doble de orgullosos.

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