Hace unos días el mejor amigo de mi hijo celebró su cumpleaños con los antiguos compañeros de colegio. Viendo algunos conflictos que se repetían en otras fiestas a las que habían ido, como que se apartara a algún niño menos hábil, no se dejara a las chicas jugar al balón o se hicieran burlas crueles o incluso se soltara alguna mano, la mamá decidió que era conveniente exponer claramente las normas de la fiesta.
Siendo una persona convencida de que los niños, con límites claros, son capaces de desarrollar sus relaciones sin violencia, la mamá decidió reunir a los pequeños invitados al comenzar la celebración y leerles unas sencillas normas para la fiesta.
En esta fiesta todos los niños tienen derecho a jugar, divertirse y expresarse libremente. Todos los juegos están permitidos siempre que no sean peligrosos y podréis preguntarme cuando tengáis alguna duda y yo dejaré lo que esté haciendo para acompañaros o aconsejaros.
Todos tienen derechos iguales y nadie, por razón de edad, capacidad o sexo, se verá discriminado.
Todos tienen derecho a jugar, y si no saben o son menos experimentados, serán igualmente bienvenidos y los demás les ayudarán para que puedan disfrutar.
No está permitido pegar, ni insultar, ni burlarse ni despreciar a ningún niño. Tampoco se permite hacer rabiar a nadie, ni usar motes que molesten al que los recibe, ni empujar a nadie.
Los padres también deben seguir estas normas y no podrán gritar, insultar, zarandear, amenazar o humillar a sus hijos.
En esta fiesta no hay castigos, solamente consecuencias, por lo que si alguna norma no es cumplida el infractor deberá abandonar la fiesta.
Al principio todos se quedaron boquiabiertos, pero pronto empezaron a aplaudir. Los mismos niños, a los que llegaron rezagados, los acompañaban a ver a la mamá, diciéndoles que tenían que saber las normas de la fiesta, pues, como una de las pequeñas invitadas dijo : “son unas normas muy buenas y vamos a estar todos seguros y contentos con ellas”.
La fiesta fue un éxito y el comportamiento de los niños dejó asombrados a sus propios padres, pues todos entendieron que, dentro de las normas de la fiesta, que les daban a todos los mismos derechos y una gran seguridad, podían ser libres y respetuosos unos con otros. ¿Qué os parece la idea?
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