Hemos hablado de lo importante que puede resultar ser capaces de cimentar la comunicación con nuestros hijos en positivo para el desarrollo de ellos y para el bienestar de la familia ahora y en el futuro. La base de la comunicación en positivo va a ser que seamos capaces de entender las razones de sus actos, que nacen de una necesidad real.
La comunicación no violenta ofrece un acercamiento muy interesante para ampliar nuestros recursos para ejercer la paternidad de manera consciente y respetuosa en la infancia y después de ella. En realidad, es una herramienta que deberíamos ser capaces de usar en todas nuestras relaciones con otras personas, tratando de entenderlas, ponernos en su lugar y transmitirles respeto.
Relacionarnos con nuestros hijos
Pero sobre todo nos va a hacer falta para relacionarnos con nuestros hijos, tanto para beneficio de las relaciones familiares como para que ellos sepan actuar en el futuro de manera sociable y amable con los demás. Pues todo lo que aprendan de nosotros se basa sobre todo en la manera en la que nos relacionamos con ellos, no en lo que les digamos que hay que hacer.
El proceso de la comunicación positiva pasa por conectar con nosotros mismos, profundamente, hasta cimentar un cambio social de amplio alcance incluso, ya que esta forma de relación entre las personas es indispensable para las organizaciones, las escuelas, las empresas y la vida pública y política.
¿Exagero? No, no lo creo. La manera en la que nos comunicamos con los niños es la base para su comportamiento futuro como adultos. Si la relación entre las personas se basa en el respeto, la empatía y las actitudes no violentas la misma sociedad daría un gran cambio.
Volvamos, no obstante, a la paternidad consciente. Las acciones humanas son motivadas por tentativas de cubrir necesidades primarias, que además de las vitales y materiales son también afectivas.
Los actos que realizamos, consciente o inconscientemente, están destinados a intentar cubrir esas necesidades y solamente desde la compresión de esta realidad se construyen las relaciones humanas sanas.
La teoría de la comunicación en positivo
Asumamos, al menos ahora de manera teórica, estas premisas. Las acciones humanas están destinadas a cubrir necesidades y las relaciones sanas entre las personas se basan en la comprensión de las necesidades que mueven al otro.
Apliquémoslo a la paternidad. Si nuestra forma de relacionarnos y comunicarnos con nuestros hijos se cimenta en la autoridad incuestionable de nosotros como adultos y padres, prevalecerán nuestras opiniones y deseos, nuestras ideas y necesidades sobre las de ellos.
Un cambio en la comunicación con el niño, desde la comprensión de las razones de sus actor y el respeto por sus necesidades reales, haciendo lo posible por cubrirlas y respetarlas, haré posible una relación desde la compasión y la asertividad. Consolidando esta forma de interacción podemos incluso contribuir a una sociedad más pacífica y, de paso, crecerán más felices y confiados dándonos la posibilidad de vivir en una familia que se respeta y se entiende, no solo que se quiere a pesar de las tensiones o los rencores. ¿Me entendéis?
La opinión generalizada
La opinión generalizada con la que nos vamos a encontrar es que nuestro bebé es una especie de demonio manipulador que quiere controlarnos cada vez que llora si sus necesidades de comida y limpieza ya están atendidas.
Nos acosa la idea de que el bebé nos manipula, controla, marea y sobre todo, el miedo, siempre presente en los padres, de hacer cosas que puedan perjudicarle o estropearlo por atenderlo en demasía.
Pero, si, como os propongo, entendemos sus lloros y gritos no como intento de manipulación caprichosa sino como una legítima llamada para que cubramos sus necesidades empezaremos, desde los primeros meses, a compatibilizar razón y emoción, y sobre todo, a entender que hay necesidades sanas y adecuadas que no son ni la comida, la caca o la temperatura, necesidades emocionales tan poderosas como las anteriores.
Aplicando la comunicación positiva
No juzgamos a nuestro bebé ya. Vamos a cambiar la perspectiva y a salirnos de la ideología dominante. El niño no nos reclama por capricho, no es malo, ni incorrecto, ni manipulador, ni pesado. Es un bebé demandante de amor y contacto. No es bueno, tampoco, si es un bebé más tranquilo, que come y duerme de manera plácida. Se acabaron las etiquetas, es el momento de la comunicación positiva.
Con la comunicación positiva no hacemos juicios sobre los demás. De hecho, y de verdad que supone una gran liberación, no hacemos juicios ni tan siquiera sobre nosotros mismos. Nos centramos en las necesidades y las causas de las manifestaciones visibles de la necesidad, la investigamos y hacemos una profunda introspección, centrándonos en ponernos en el lugar del otro.
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