Es fundamental repasar un rato cada día o un tiempo más largo durante el fin de semana y hacerlo relacionando unas ideas con otras para que a la hora de realizar el examen la mente no se quede en blanco y tenga recursos suficientes para contestar. También ayuda utilizar exámenes corregidos, para que el estudiante sepa si es capaz de responder correctamente, dedicar más tiempo a aquello en lo que el profesor ha hecho más hincapié durante el curso, hacerse a uno mismo posibles preguntas de examen, estar animado y repasar de acuerdo al modelo de examen, ya que no es lo mismo enfrentarse a un test que a una prueba en la que hay que desarrollar cada respuesta.
Por último, no es necesario repasar toda la asignatura, sino los puntos fundamentales de cada tema que están recogidos en esquemas y resúmenes, lo que también resulta muy útil si se carece de tiempo para echar de nuevo un vistazo a todo el libro. Una buena distribución del tiempo es, también en este caso, clave a la hora de repasar. El objetivo es que una semana antes del examen se domine la materia y que la noche anterior se descanse suficientemente. El trabajo con antelación permite acudir a un examen con más seguridad e incrementa las probabilidades de aprobar.
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