"Mi hijo está triste y desanimado. No tiene ganas de jugar ni de salir con sus amigos. ¡Y sólo tiene 7 años! No entiendo lo que le pasa... no lo entiendo." Nuestros hijos también pueden tener estrés. Nosotros podemos ayudarles a superarlo, a veces, tan sólo escuchándoles. Conocer por qué nuestro hijo está tan ansioso nos permitirá comprenderle y ayudarle.
- Crear espacios dentro de la familia donde el niño pueda expresar cómo se siente. Esta será una de las formas por las cuales podremos realmente saber lo que le está ocurriendo a nuestro hijo.
- Dejarles tiempo para descansar, relajarse o divertirse con sus amigos. A menudo no nos damos cuenta de la enorme carga de trabajo que soportan nuestros hijos.
- Adaptemos las responsabilidades que deban asumir a su edad y las capacidades reales que tenga nuestro hijo en ese momento. La incapacidad para realizar con éxito sus tareas, las metas inalcanzables, las decepciones… pueden ser factores que provoquen estrés.
- Aunque estemos preocupados por la situación de nuestro hijo, evitaremos atosigarlo con preguntas sobre cómo se encuentra e intentaremos no controlar en exceso cada cosa que haga o que diga. Es importante que no se sientan presionados a hablar sobre sí mismos.
- Debemos dar tiempo a las manifestaciones provocadas por el estrés y observar discretamente cómo evoluciona la actitud de nuestro hijo, su conducta y su estado físico. No debemos alarmarnos.
- No demos por hecho que cualquier situación de cambio en la vida de nuestro hijo, aunque esta sea por el bien de él, va a ser vivida cómo positiva. Por ejemplo, un cambio de vivienda supone también cambio de colegio, de amistades, mudanza… Debemos explicarle previamente cómo va a afectar a la familia esta nueva situación.
- Recordemos que somos modelos a imitar por nuestros hijos; no demos muestras de estrés.
- Tengamos presente que no siempre los síntomas anteriormente mencionados obedecen a un estado de estrés. Estos pueden producirse por otras causas.
- Si observamos que los síntomas persisten en el tiempo, sería recomendable acudir al médico de cabecera para descartar cualquier problema de tipo orgánico. En caso de no ser así, se deberá derivar el caso a un especialista en el tema.
Susana Silvestre Boguñá Licenciada en Psicología |
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